domingo, 14 de julio de 2013

Ofelia


Aquella niña me miraba con ojos llenos de interrogantes y no sabía qué hacer. Sólo un minuto antes yo caminaba por el bulevar camino de la pastelería y entonces me la encontré parada, justo delante de mí. Le pregunté si se había perdido, si sabía dónde estaba su madre, pero no me supo contestar. Las únicas palabras que pronunció fueron estas: “me llamo Ofelia y creo que tú puedes ayudarme a entender lo que pasa, yo por mucho que lo intento no puedo”.

Aún hoy sigo pensado en los interrogantes de sus ojos, que probablemente nunca encontrarán respuesta. 

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